Español: El clima debe cambiar, lo contrario sería la muerte térmica. Los cambios derivados de los ciclos de Milankovitch (glaciaciones de distinta intensidad acaecidas en períodos de 23.000, 41.000 y 100.000 años, producidas por alteraciones de la órbita terrestre) originaron un elenco de insularidad biológica que dio lugar a especies endémicas y a poblaciones relegadas en zonas aisladas. El cambio climático antropogénico (el derivado del incremento de la concentración de los gases de efecto invernadero) acelera el aumento térmico hasta el punto de producir una mayor insularidad, las poblaciones se desplazan hacia zonas más altas y latitudes mas temperadas. El problema se encuentra en las especies que de forma natural ya estaban aisladas, cuyos hábitats son totalmente alterados por dicho cambio. Los anfibios son la clase que presenta más especies afectadas, estimándose que unas 200 especies ya se han extinguido por el cambio climático y otras causas asociadas al mismo. Entre ellas el hongo asesino de la quitridiomicosis que se desarrolla en zonas frescas (sin síntomas externos aparentes provoca el paro cardiaco tras completarse la metamorfosis. El primer brote europeo se registro en la Sierra de Guadarrama y allí sigue ) y, los ranavirus extremadamente resistentes a la desecación y congelación que producen necrosis muy llamativas, hemorragias y úlceras en la piel (brotó por primera vez en Picos de Europa). Desde 1981 no se volvió a encontrar un ejemplar de Rheobatrachus silus (Qeensland-Australia), el único anuro capaz de incubar los huevos en el estómago (comentan que los farmacólogos,…. perdieron una de las mayores oportunidades en descubrir el tipo de enzimas tan necesarias para todos nuestros problemas estomacales). En 1989 se avisto el último ejemplar de Incinus (Bufo) periglenes, el sapo dorado, endémico de la nubliselva de Monteverde (Costa Rica). Ambas especies tenían algo en común, el aislamiento (insularidad) con un territorio muy escaso de 1,5 Km2. En esta foto os presento a la rana de hoja de ojos rojos (Agalychnis callidryas) de 7,6 cm hocico-cloaca, considera un buen bioindicador del estado de los bosques pluviales latinoamericanos.